CALZONAZOS
(ERA, AHORA ME RIO)
Muy joven conocí a la que
pensé seria la compañera ideal para el resto de mi vida, pero, por
desgracia, también conocí tiempo después a las que tenian que ser mi
suegra y cuñada.
Mi pareja era la más
joven de las dos hermanas con una notable diferencia. Aunque mientras duró el
noviazgo todo fueron atenciones por el resto de las mujeres: la comida
preferida, el vino deseado… en fin, por lo cual pensé que seria
ideal estar entre las tres, enorme error del cual me di cuenta demasiado tarde.
Cuando ya estaba casado y las tenia puestas a pan y cuchillo en mi casa la cual
compre con los ahorros de mi vida, hasta entonces sin aportar nada ninguna:
sólo su presencia.
En los primeros tiempos con
algo de dinero ayudaban al mantenimiento de la casa pero poco a
poco cada vez menos. Pero sí tenían dinero para irse al bingo casi cada día por
lo cual todos los gastos: hipoteca, comida, artículos de limpieza y de tocador
para las tres. Todo esto me llevó poco a poco a endeudarme un poco más cada
día y entonces tuve que oír que el que debía mantenerlas era yo como
hombre de la casa y si no ganaba bastante que buscara otro trabajo adicional.
Mi compañera, en vez de
apoyarme, daba la razón a su familia; yo era como un extraño en aquella casa,
no hubo bastante con todo esto que una de sus primas del pueblo se presentó en
mi domicilio ya que venia a buscar trabajo, pero esto solo fueron palabras; no
la vi ni un solo día que lo hiciera y además se sumó a las críticas contra
mí, o sea, otra boca a la cual mantener y allí nadie hacia nada ni
contribuía con nada; bueno, sí hacían algo: criticarme y tratarme de mala
manera. Era, según ellas, un pobre hombre que era incapaz de llevar una
familia.
Realmente estaba desesperado,
tuve que dejar de fumar, de comprarme el periódico y de todos los mínimos
caprichos que pudiera tener sólo para no gastar. No coger el coche para ir al
trabajo, sacarlo del aparcamiento, o sea reducir los gastos, pero ni así
querían trabajar, eso sí, ver la tele era algo tan necesario, que si quería ver
algo debía ir a casa del vecino, el cual siempre me atendió con cierta lastima
y dándome consejos.
Pero, no sé por qué digo todo
esto si ya se acabó. Estoy escribiendo esta nota desde
una isla del pacifico que no
diré cual es para que no vengan a buscarme.
Seguro que te
preguntarás cómo es que he ido allí, pues muy fácil: hubo alguna cosa que
no suprimí, pues siempre pensé que podría ser la solución a todos los problemas
y la verdad , que tuve la suerte de coger un primer y único premio de la
primitiva. No dije nada, pagué todas las deudas que tenía, miré el
mapa, fuí a una agencia de viajes, encargué pasaje para esta
isla en la cual había unas entidades bancarias a las cuales trasladé mi premio.
Me fui a trabajar y pedí la
cuenta, cosa que les alegró, ya que poco trabajo había y yo era un
sueldo menos, no hubo inconveniente.
Llegué a mi casa y las invite
a cenar a un restaurante, diciéndoles que me habían despedido y me habían dado
la liquidación pertinente.
No quieras saber, la que se
armó: ni una palabra de apoyo, sólo quisieron saber cuánto me habían dado
y cuándo volvería a trabajar, que si trabajar yo, no ellas.
Y muy ufano les dije que a
partir de ahora si querían comer deberían trabajar que este era el último
dinero que verían de mi parte.
Mi compañera, molesta, me dijo
que se divorciaría si actuaba así, ¡qué ilusión me hicieron estas
palabras…!
Yo sólo le dije que con lo que
ganaba y menos ahora sin trabajo poco o nada le podía dar, con lo cual lo
único era la liquidación que había cobrado. Si con esto se
conformaba, por mí no había inconveniente en firmar el divorcio. Y
así fue, en dos días estaba libre y con unos cuantos millones en el
bolsillo, bueno, en el banco.
Ahora, tomando el sol,
rodeado de bellas mujeres que no buscan nada, sólo una amistad pues nunca les
he dicho que soy divorciado, sólo que mi Sra., vendrá dentro de unos días, así
me evito compromisos y no doy lugar a falsas ilusiones.
Lo que ocurre que dentro de
unos días marcharé a otra de estas bellas islas, donde me he comprado una
bonita mansión con todos los adelantos posibles y servidumbre.
Ahora…¡ A vivir que son cuatro
días…!
Magi Balsells
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