viernes, 13 de mayo de 2011

SIEMPRE HAY UNA LUZ..... TERCERA PARTE

SIEMPRE HAY UNA LUZ …… TERCERA PARTE

Así, sin esperar más, se acurrucó en la cama que parecía estar esperándole. Cerró sus ojos y notó que unas manos cariñosas colocaban bien las sabanas para que durmiera más relajado y así fue.
Al despertar, se encontró extraño de estar en aquella habitación. Aún medio dormido, empezó con mucho cuidado a vestirse, procurando no estropear aquella ropa recibida la noche anterior. Calzó unos singulares zapatos deportivos muy cómodos y se dirigió hacia la puerta, abriéndola, notando un silencio total en la casa donde estaba. Fue bajando las escaleras, fijándose en todos los detalles que encontraba a su paso. Al llegar a la planta baja y, no sabiendo hacia dónde dirigirse, quedó quieto. En este momento le pareció oír unos tenues sollozos, venían de una de las habitaciones de la planta en que estaba. Por curiosidad hacia allí se dirigió, era la señora sentada en un sillón. Lloraba tenuemente con un gran sentimiento. Viéndola así una luz se formó en su mente y se le apareció la figura de su madre amada. Se acerco a la señora y le dijo
- ¿Por qué lloras, mamá? - exclamación que salió de lo más hondo de su alma recordando las lágrimas de su madre.
La señora levantó su cara, anegada por las lagrimas vertidas, y en aquellos ojos antes llorosos brilló la luz de la alegría, cogió al niño entre sus brazos, lo apretó contra su pecho y le dijo:
- ahora sí que soy feliz, hijo mío.
Lo besó en la frente y el correspondió con un beso en aquellas mejillas que habían vuelto a recobrar la alegría. No sé cuánto tiempo estuvieron en esta situación, hasta que apareció el doctor y dijo:
- ¿qué son estas lágrimas que veo has vertido, esposa mía?
Ella toda feliz dijo:
- son de alegría- le comentó lo que había ocurrido, ,
Entonces a quien se le nublaron los ojos fue al bondadoso doctor, cogió al niño, lo besó en ambas mejillas, él no sabía qué ocurría con estas muestras de cariño pero estaba muy contento que así ocurriera.
Fueron hacia la mesa, donde estaba preparado un suculento desayuno. Viendo tantas cosas apetitosas, no sabía por dónde empezar. Los señores solo hacían que contemplarlo con un sentimiento de gran amor.
El doctor dijo:
- ¿quieres venir al hospital a ver a tu hermano?
- claro que quiero, estoy ansioso de volver a verlo, pero sólo una cosa me gustaría pedir, si es posible.
- Di, hijo, ¿qué cosa? ¿te falta algo?
- No, señores, pero ¿puedo llevar alguna de estas cosas tan buenas a mi hermano?
Rieron el matrimonio a la vez, dijeron:
- puedes llevarte todo lo que quieras.
Ni corto ni perezoso, cogió una bolsa que estaba en una silla, y puso dentro varios pastelitos, diciendo:
- no pongo más, ustedes también deben de comer.
Volvió a sonreír el matrimonio y le dijeron:
- no te preocupes tenemos muchos más y, ahora, vamos al hospital los tres, quiero que mi esposa conozca a tu hermano y yo también quiero conocerlo un poco más.
Llegando al hospital fueron a ver al hermano pequeño, el cual estaba mejor que una rosa, riendo y jugando con las enfermeras, pero al ver a su hermano, saltó de su camilla y se lanzó a sus brazos.
¡ qué escena más entrañable! , ¡ cuánto amor había entre estos dos hermanos!

SOLO FALTA EL DESENLACE

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