viernes, 13 de mayo de 2011

SIEMPRE HAY UNA LUZ.....SEGUNDA PARTE

SIEMPRE HAY UNA LUZ   …… SEGUNDA PARTEEL
 Doctor, ante tamaña reacción de amor fraterno, le dijo al niño:
¿No tienes otra ropa para ponerte?
-          No, señor –contestó con su voz trémula.
          Entonces el doctor cogió su teléfono y marcó un número, se apartó del muchacho para que no oyera su conversación.  Su cara se alegró al momento, suspiró y colgó.
           Dirigiéndose  al chiquillo le preguntó:
-          ¿Te gustaría poder ducharte, ponerte una ropa mejor y más limpia y dejar estos zapatos que están casi sin suela de tanto andar vagabundeando?
-          Claro que sí señor,  pero no tengo  ni lugar para ducharme ni ropa para cambiarme.
-          No te preocupes esto está arreglado. Vas a venir a mi casa  que mi señora te dará lo que necesites, ya que tu hermano me dicen que tiene que estar unos días ingresado, que no es nada grave, pero  tiene que quedarse. Espero que confíes en mí.
        -Yo sí confío en usted ya que es la única persona que se ha cuidado de nosotros dos. Haré lo que me diga, no sé si su señora, al verme tan sucio, me dejará entrar en su casa.
-No te preocupes, ella te espera con ilusión.  Ahora voy a cambiarme de ropa, cogemos  mi coche y marchamos a mi casa.
 Salieron ambos del hospital, temblaba de emoción el pequeño, mientras el doctor lo miraba con mucha compasión. Subieron al coche, cosa que no había hecho nunca el protagonista de esta historia, lo máximo algún viaje en autobús, pero muchos andando.
         Llegando a la mansión del doctor, en la puerta una señora estaba esperándoles sonriente. Cogió de la mano, que estaba más bien mugrienta al niño y,  pausadamente,  lo introdujo en la casa.
                   Una vez allí, preparó el baño para su invitado .Cuando estuvo listo lo acompañó y lo dejó solo en el baño, indicándole qué es lo que podía utilizar.
    ¡Qué delicia más grande encontró al notar el agua tibia recorrer su juvenil cuerpo!  ¡Qué sensación de paz le embargaba! Estuvo tanto tiempo que hasta la señora  le preguntó si le ocurría algo, el dijo:
- no señora, estoy muy bien, muchas gracias.
              Al salir de la ducha, se encontró con unas  ropas a su talla, limpias, olorosas como nunca las había tenido,  hasta tuvo cierto temor para vestirse, no fuera que todo fuera un sueño, pensó, no me gustaría despertar.
Una vez vestido, pasaron a una gran mesa en la cual  había las cosas más apetitosas que su pequeño cerebro podía pensar. Entonces, los señores  le dijeron:
    - siéntate y come todo lo que quieras y no te preocupes por tu hermano también él en estos momentos está comiendo, también ha sido limpiado y seguramente mañana ya podréis estar juntos. Ven,  tenemos que enseñarte algo.
         Subieron unas cortas escaleras y delante de una puerta  se pararon.    En  aquel momento la cara de los señores  demostraba una infinita tristeza, pero intentando que no se notara forzaban su cara para emitir una breve sonrisa.
           Abrieron la puerta y, como si el mismo cielo las hubiese abierto, qué maravilla, qué limpio estaba todo  y aquellas dos camas  tan acogedoras.  Se acercó hasta tocarlas suavemente con sus manitas, parecía que se desprendiera un aroma muy especial  de aquellas  sábanas, del conjunto de toda la habitación, en la cual había  decenas de juguetes todos muy bien alineados.
Los Sres. le dijeron: hoy dormirás, escoge una de las camas, ésta será la tuya.
     Sin dudar escogió la de color azul, al lado de un ventanal inmenso que daba claridad a la habitación.
     -Descansa ya de este día tan duro para ti, duerme tranquilo, nosotros                   

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